Sin ti no soy nada
Evidentemente es una exageración, pero es que estoy escuchando a Amaral. En cierta manera es que conforme van pasando los días, las luces del alba, mi alma, mi cuerpo, mi voz se dan cuenta que hay una ilusión que siempre acaba, mientras todo cambia... Esta noche finaliza GH 11.
Es curioso pero a pesar de que he esperado fielmente la gala cero de cada edición no soy un fan facilmente conformable, y mi entrega no es total y absoluta si no hay conexión mágica entre el programa y yo. Aunque son muchos los que me ven con un pasivo consumidor de telerealidad, han sido varias las ediciones que he visto de reojo, sin fijarme en los detalles, sin empaparme de la historia. Ya lo he dicho varias veces, realmente solo GH 1, 3, 5 y 8 me habían llegado a enganchar, cada una me había aportado algo, la frescura y la novedad, las primeras broncas capaces de polarizar una casa en dos bandos confrontados, los primeros frikis insoportables con papeles poco creíbles y las primeras estrategias destroyer capaces de humillar al adversario hasta hacerle reconocer la evidencia de su patética actuación. ¿Qué más podía esperar de GH?.
Llegó la nueva era y con ella la aparición de dos casas, pero no había sido el salto cualitativo necesario para hacer saltar la chispa mágica, hasta esta edición...
La casa espía es un sueño hecho realidad. Nosotros mismos representados por concursantes, nosotros mismos espiando a los espías, y los unos y los otros viviendo realidades diferentes pero convergentes y ninguna real. Así empezaba una edición que lo ha tenido todo: 4 expulsados en la primera gala, intercambios de un lado para otro del tunel y del espejo (aunque las repescas han sobrado), visitas inesperadas como los dnanis y por encima de todo, unos concursantes con carisma y capaces de entregarse al formato sin restricciones. Lástima que esta noche tengamos esta final descafeinada con dos de los concursantes más falsos y con un papel más evidente: Saray y Angel.
Ahora habrá que esperar la llegada de GH 12, aunque espero que no sean ciertos los rumores de que la siguiente edición empezará antes de lo esperado. Los mejores reencuentros son los que se han echado de menos.
Es curioso pero a pesar de que he esperado fielmente la gala cero de cada edición no soy un fan facilmente conformable, y mi entrega no es total y absoluta si no hay conexión mágica entre el programa y yo. Aunque son muchos los que me ven con un pasivo consumidor de telerealidad, han sido varias las ediciones que he visto de reojo, sin fijarme en los detalles, sin empaparme de la historia. Ya lo he dicho varias veces, realmente solo GH 1, 3, 5 y 8 me habían llegado a enganchar, cada una me había aportado algo, la frescura y la novedad, las primeras broncas capaces de polarizar una casa en dos bandos confrontados, los primeros frikis insoportables con papeles poco creíbles y las primeras estrategias destroyer capaces de humillar al adversario hasta hacerle reconocer la evidencia de su patética actuación. ¿Qué más podía esperar de GH?.
Llegó la nueva era y con ella la aparición de dos casas, pero no había sido el salto cualitativo necesario para hacer saltar la chispa mágica, hasta esta edición...
La casa espía es un sueño hecho realidad. Nosotros mismos representados por concursantes, nosotros mismos espiando a los espías, y los unos y los otros viviendo realidades diferentes pero convergentes y ninguna real. Así empezaba una edición que lo ha tenido todo: 4 expulsados en la primera gala, intercambios de un lado para otro del tunel y del espejo (aunque las repescas han sobrado), visitas inesperadas como los dnanis y por encima de todo, unos concursantes con carisma y capaces de entregarse al formato sin restricciones. Lástima que esta noche tengamos esta final descafeinada con dos de los concursantes más falsos y con un papel más evidente: Saray y Angel.
Ahora habrá que esperar la llegada de GH 12, aunque espero que no sean ciertos los rumores de que la siguiente edición empezará antes de lo esperado. Los mejores reencuentros son los que se han echado de menos.
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