granermano

El jueves morfeo decidió que no merecía la pena aguantar hasta altas horas de la madrugada para confirmar cómo una pésima selección de concursantes hundía y hundía el titanic de la telerealidad. No me extraña que solo un 16 % de la audiencia decidiera ver otra gala aburrida, lenta y en la que la 1000A acaba siendo lo único entretenido... la comparación del cojón de Óscar con un pollo desplumado es uno de los grandes momentazos televisivos de los últimos meses.

Los guionistas del programa se empeñan en ralentizar el ya de por sí soporífero ritmo del programa, descartando uno a uno a los posibles expulsados. Y para colmo no exprimen todo lo que de sí hubiera dado el intercambio de concursantes. Es evidente que el paso del Poli Díaz tatuado a la casa 2 reaviva el morbo sexual con Chachari, pero podrían haber aprovechado que Lydia estaba nominada para mandarla de testigo paciente de las andanzas del lobito...

Y es que Flor estaba tan descapullada que en cuanto entró el musculado por la puerta se lo agenció dándole un muerdo que nos augura el primer edredoning de la temporada, mientras tanto Lydia (que no había ignorado nada de esto si hubiera pasado a la casa 2) llora ante la posible expulsión de Julio.


Por otro lado Martha en la casa 1 habría dejado a Joaquin libre y dispuesto a atacar a cualquier otra presa, y a Rubén tensionado ante la posibilidad de que Julio y su "chica" estuvieran arrimando cebolleta, ya que la presencia de la gallega en la casa 1 descubría la jugada de GH a todos los concursantes... o casi todos, porque dudo que Patricia llegara a tanto.

Y la gala dió poco más de sí. Memorable el momento en el que Julio confunde al Capitán Spok con Darth Vader o los lagrimones de Patricia cuando la 1000A le dice que a ella sí le gusta cómo canta... manda cojones.

Dudo que los nominados de esta semana (Mireia, Patricia, Joaquin y Marcelo) despierten algún interés en la audiencia, por lo que cualquiera puede ser el expulsado y nada de ello cambiará el ritmo de convivencia en la casa. En cualquier caso seguimos esperando a que alguien se de cuenta de que tocamos fondo y, ante la imposibilidad de expulsarles a todos y meter a gente nueva, introduzcan algún cambio significativo en la dinámica del programa que evite que huyamos a la cama cada jueves noche.